miércoles, 28 de noviembre de 2007

No todo es color de rosas, malas criticas.

Fuente: LA VOZ DEL INTERIOR Actualizado: domingo 25 de noviembre de 2007.

Canciones en la espera
Por Celina Alberto

La chica de pueblo hizo su tarea. Estudió lo que había que estudiar, fue a la escuela y al conservatorio. Escribió sus canciones, las guardó en una caja, debajo de la cama. A veces, de vez en cuando, las cantaba para no olvidarlas. Mientras esperaba el arrojo que entonces no tenía para mostrarlas, escuchó sólo aquello que le gustaba, todo lo que le marcaba el oído atento al folklore, a las canciones con melodías dulces, a los timbres con resonancias de madera y viento.La chica de pueblo esperó. Pasó los 30. Probó la temperatura del agua con la punta de la voz, la puso en algunos jingles y después se tiró de cabeza. El primer disco solista fue revelación del año, se llevó todos los premios. Ella siguió como si nada, no se permitió creerlo del todo y acomodó la caja con las canciones, sacó algunas y las puso en fila, un disco tras otro.Una década después, Marcela Morelo mantiene el gesto pueblerino. Es de Lanús, su familia la cultivó en costumbres provincianas y en la mansedumbre desacelera toda ficción de divinidad pop. La Morelo hace canciones mientras espera que pase el trueno, el día de sol o la melancolía. Dice que así esquiva el diván. Le creeremos si cada vez que firme letra y música nos volvemos a encontrar con sus trayectos plácidos, sonidos ordenados para sensaciones pequeñas, arrinconadas.Sin sorpresas y sin promesas, la chica de pueblo sigue la ruta de una certeza que pasa desapercibida: cantar es, apenas, otra forma para la posibilidad del encuentro. Si sucede, el evento no será fortuito y la espera de las canciones habrá valido la pena. Marcela Morelo las guarda, hasta entonces, en una caja debajo de la cama.

Charango “for export”
Por Pablo Leites

Nadie lo hubiera dicho, pero hay algo en la música de Marcela Morelo que tocó alguna fibra del público en el momento adecuado. Seguramente, los directivos de BMG todavía deben estar felicitándose por haber creído en una combinación que hace 10 años sonaba a cualquier cosa menos a éxito.Pero la confianza de la multi era tanta que mandaron a la futura estrella a Nueva York para una suerte de Fashion Emergency del que volvió con el look cambiado, el pelo planchado y un guardarropas a la altura de las circunstancias. Con la renovación lista, BMG armó un nuevo arte de tapa y le reeditó en 1997 Manantial, que había salido poco tiempo antes con la Morelo protagonizando uno de los peores booklets que recuerde el pop local. Pruebas al canto, en Internet puede verse el “antes” y el “después”.Maquillaje al margen y yendo a lo que importa, entre las melodías edulcoradas y las letras sobre corazones rotos, bonitos y otras yerbas, se escuchaba por ese entonces una profusión de charango y sikus que más que orientada a rescatar a tales instrumentos autóctonos del olvido parecía empecinada en sepultar sus sonidos para siempre. A qué negarlo, era novedoso y en algunos países de Europa quisieron creer que eso era la renovación del folklore, mientras acá, Manantial llegó a vender 100 mil copias (hoy parece una enormidad, pero en ese entonces no era para tanto).Con eso, una voz afinada aunque casi ausente de matices y muy poco más, Marcela Morelo consiguió patentar un estilo con éxito. Y no está tan mal, si lo que se entiende por éxito es la parte referida a los fríos números. Pero el truco inicial ya perdió la gracia: 10 años de carnavalito pop es demasiado.

http://www.cordoba.net/notas.asp?idcanal=43&id=55403

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